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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

sábado, 20 de octubre de 2018

Disparando en la guerra de Paintball de Villanueva de la Cañada

El mes pasado, en mi empresa, datahack, se decidió hacer un staff day. Se mantuvo el secreto hasta el último momento (ni en el bus dijeron nada) y cuando llegamos nos encontramos, ¡en un paintball! Llevaba años buscando un grupo para hacerlo, pero es complicado organizar las agendas de tantísima gente y no había sido posible, así que fue una muy grata sorpresa que me hizo mucha ilusión.
El lugar en cuestión se llama Valdeaventura y lo primero fue dividirnos en grupos de cinco. Luego tocó ponernos los chalecos, encima los monos (no estaban del todo limpios y, además, muchos no cerraban bien) y las gafas protectoras (con las que no se veía ni torta de lo sucias que estaban), tras lo cual fuimos al campo de juego y nos dieron las instrucciones de seguridad, porque un bolazo en mal sitio puede causar daños graves.  Luego comenzó el juego, con dos grupos en batalla y otro esperando.
Hay dos escenarios (ambos muy pequeños, eso sí) y nosotros estuvimos solo en el de abajo. A lo largo de los mismos, hay palés y otros objetos que hacen de trincheras para refugiarse del fuego enemigo. Primero, se hizo un juego de "gana el que acaba con todos los adversarios" y, como el campo es pequeño, la duración es de alrededor de dos minutos. Mi grupo, tras una primera derrota aplastante (me dio la bola de refilón y me dejó perdida), ya no volvió a perder, y a mí no volvieron a descalificarme, así que no experimenté un bolazo directo, pero parece ser que pica bastante. Por cierto, la pistola pesa y tiene mucho alcance.
Cuando ya llevábamos un buen rato con esa dinámica y comenzábamos a acomodarnos en las trincheras, nos hicieron cambiar de juego a un "atrapa la bandera". Aunque intentábamos llegar, salir significaba que te acribillaran, así que solo un compañero consiguió llevarla a su terreno.
Tras esa hazaña heroica, aunque todavía nos quedaban bolas, todos estábamos demasiado cansados, acalorados (menos mal que ese día estaba ligeramente fresco, porque con esos monos te asas vivo) y sudorosos para seguir, así que dejamos la partida y nos fuimos a comer a la estupenda barbacoa.
En definitiva, la actividad es tan divertida como esperaba y os recomiendo probarla porque ¡generas mucha adrenalina!

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