Como ya comenté en su momento, mi visita express a Milán de 2021 me supo a poco. Es una ciudad con interés y me quedaron cosas por ver, pero, además, me servía de puente para hacer una excursión que llevaba tiempo poniéndome los dientes largos: el Bernina Express. Pero vamos por partes.
En la ciudad como tal pasé una tarde, un día entero y una mañana, vamos, dos días. Ya había hecho en su momento un tour de la zona monumental y eso ya lo tenía avanzado, pero me quedaban cuatro objetivos fundamentales: el castillo (los museos que contienen, más bien), el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología Leonardo da Vinci, la catedral y el cementerio monumental.
El castillo Sforzesco
Para la primera tarde tenía que elegir uno de los museos y elegí los del castillo Sforzesco por dos razones: uno de los nueve museos tiene cosas de Leonardo da Vinci y otro de los museos es de egiptología. Por desgracia, los italianos son muy pillos. Precisamente esos dos museos estaban cerrados por reformas, pero no había ninguna clase de aviso ni en la web ni en carteles, de modo que solo me enteré después de pagar la entrada.
Así que me encontré con una entrada a siete museos que son un batiburrillo de cuidado y que a veces están mezclados y sin delimitar: uno de artes decorativas, otro de muebles y esculturas de madera, otro de instrumentos musicales, otro con una pietá de Michelangelo (solo tiene eso), un museo de arte antiguo (con una armería enana; no estaba mal), un museo arqueológico (una sola sala miserable y otra con una exposición de diseño gráfico que no venía a cuento) y una pinacoteca (con obras interesantes pero poca cantidad).
Los museos que quedaban abiertos me parecieron bastante pobres, además de tremendamente desorganizados. Los carteles en inglés y en italiano no explicaban demasiado, y no había ninguna marca que te dijera el recorrido a seguir, por lo que di más vueltas que un tonto. Vamos, que a las dos horas y media ya estaba afuera, y a esa hora ya no había mucho que hacer como alternativa, ya que todo cierra las cinco, como muy tarde a las seis. Así que estuve un rato en el parque de detrás del castillo, bajé hasta el arco del Triunfo y luego callejeé un poco por el centro antes de volver al hotel.
Los museos que quedaban abiertos me parecieron bastante pobres, además de tremendamente desorganizados. Los carteles en inglés y en italiano no explicaban demasiado, y no había ninguna marca que te dijera el recorrido a seguir, por lo que di más vueltas que un tonto. Vamos, que a las dos horas y media ya estaba afuera, y a esa hora ya no había mucho que hacer como alternativa, ya que todo cierra las cinco, como muy tarde a las seis. Así que estuve un rato en el parque de detrás del castillo, bajé hasta el arco del Triunfo y luego callejeé un poco por el centro antes de volver al hotel.
El cementerio monumental de Milán (top imprescindible)
Decidí dedicar la mañana del día completo que tenía en la ciudad al cementerio monumental. Es un lugar precioso y con una concentración de arte equiparable al cementerio de Père-Lachaise en París, de hecho, aunque estuve dos horas y media, solo pude ver un trozo de la parte central, así que, si vuelvo a Milán, ya tengo plan.
Paseando por el centro
La siguiente actividad del día, a la hora de comer, fue un free tour de leyendas y misterios
de Milán. No hablaré mucho de él porque, más que leyendas y misterios,
era de curiosidades de la zona más histórica (muchas de las cuales me
contaron hace unos años en el tour de Milán monumental). No dejaba de
ser interesante y el chico lo hacía bien, pero no era lo que uno espera
de ese tipo de tours y me decepcionó un poco.
Milán: escultura del cementerio monumental, Navigli, pinacoteca de Brera |
Paseando por el centro
La siguiente actividad del día, a la hora de comer, fue un free tour de leyendas y misterios
de Milán. No hablaré mucho de él porque, más que leyendas y misterios,
era de curiosidades de la zona más histórica (muchas de las cuales me
contaron hace unos años en el tour de Milán monumental). No dejaba de
ser interesante y el chico lo hacía bien, pero no era lo que uno espera
de ese tipo de tours y me decepcionó un poco.Acabado ese tour, ya por la tarde, pasé por la capilla de San Aquilino en la basílica de San Lorenzo. La iglesia es gratis, la capilla son 2€, pero es una maravilla porque tiene originales de la época romana y frescos preciosos.
Navigli
Luego, me dirigí a otro tour por el barrio de Navigli, una zona de canales con mucho encanto. Aunque no está en la zona monumental, creo que es una parte interesante de Milán y, sobre todo, diferente y con mucho ambiente.
Eso sí, se puede ver sin necesidad de un guía. Era el mismo chico que en el tour anterior y algunas cosas que contaba se repetían. Pero básicamente son unos pocos canales, una ramificación donde tenían un negocio de lavandería y unos edificios antiguos donde se amontonaban los pobres (hoy de precios prohibitivos) a los que se accede atravesando una especie de galería de arte.
Pinacoteca de Brera
Mi plan alternativo fue ir a la pinacoteca de Brera, creada por Napoleón y repleta de cuadros renacentistas (aunque también se cuela alguno de arte moderno aquí y allá). Ya el edificio daba buenas vibraciones (puedes entrar al patio sin coste), pero lo que tiene dentro es espectacular.
La verdad es que está muy bien, y los carteles (en inglés y en italiano) son largos pero relevantes, con muchas curiosidades, explicándote detalles en los que fijarte y contándote cosas interesantes de forma muy didáctica. En algunos incluso tienen la tela que se representa en el cuadro para que puedas tocarla y ver cómo cae, o te permiten oler algunas de las fragancias representadas.
Le eché dos horas y media, pero bien podían haber sido tres y media de no haber tenido tan poco tiempo.
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