Hermanos
Annabelle suspiró con
tristeza. La tensión en las comidas familiares se podía cortar con
un cuchillo, y más cuando, después de comer, en silencio, sus dos
hijos, su nuera y su nieto se sentaban en el sofá a esperar a que
pasara el tiempo y poder marcharse sin parecer descorteses. No
obstante, ese día había sido aún peor, porque cuando ella había
ido a la cocina a preparar el café, Luis se había puesto a hacer
monerías a su sobrino y Alfonso había saltado:
-Oh, por favor. Deja ya
de provocar, lo último que faltaba es que el niño se aficione a los
payasos.
-¿Pero a ti qué te
pasa? -respondió su hermano, enfadado-. Sólo estaba jugando un poco
con él.
-¡Pues no juegues con
él! ¿Y a santo de qué vienes vestido de payaso a la comida, si
puede saberse? ¿Es que quieres dar mala influencia a mis hijos?
-¡Algunos trabajamos!
-exclamó el otro-. Tengo que ir a una fiesta de cumpleaños a las
cinco y media ¿cómo quieres que lo haga si no? ¿Qué sabrás tú,
que te pasas el día tirado en el sillón leyendo libros?
-¡Soy crítico
literario, ese es mi trabajo y gano mucho más en un mes de lo que tú
consigues en un año haciendo payasadas!
-Ya está, el
intelectual. No tengo por qué aguantar tus imbecilidades -dijo Luis,
saliendo con un fuerte portazo.
Para cuando Annabelle,
que no había querido salir para no acabar en medio de la discusión
de sus hijos, había salido de la cocina, Luis ya estaba en el coche
y Alfonso y su familia estaban recogiendo, dispuestos a marcharse.
-Lo siento mucho, mamá,
pero tenemos que marcharnos ya -le dijo él, aún con cara de mal
humor. Su nuera la miró como disculpándose y su nieto sin entender
muy bien qué había pasado, pero no dijeron nada y siguieron a
Alfonso fuera de la casa.
-No pienso volver a
celebrar una comida familiar nunca más -susurró para sí. Pero en
el fondo sabía que sí lo haría, que seguiría haciéndolo hasta el
día de su muerte. Era la única forma de ver a la familia junta,
aunque fuera peleándose.
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Todas las historias y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.