El día 3 madrugamos un poquito para salir pronto. Yo me había llevado el libro con la idea de matar las horas de autobús, pero no hizo falta, porque nuestro guía, Raúl, no paró de hablar y de contarnos una fascinante mezcla de historia, historias y datos curiosos de todo tipo a lo largo de todo el viaje. También había llevado un arsenal de biodraminas, pero nuestra conductora, Rosi, lo hacía tan bien que no me sentí mareada ni una vez ^^. Además, el
hilo musical del bus, con canciones escocesas y relacionadas con los sitios a los que íbamos, estaba muy bien elegido. Vamos, que no leí ni una línea en todo el viaje, salvo en Glasgow, pero ya entraré en eso cuando toque.
Queensferry y Fort Bridge, St. Andrews
Primero fuimos al pueblo de
Queensferry y fotografiar el
puente Forth Bridge, que en su momento fue el mayor de Europa. Ahora hay otro puente al lado y están creando otro más, pero esos dos no tenían mayor interés.
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Forth Bridge y algunos monumentos de St. Andrews |
Después de la parada fotográfica, nos dirigimos a
St. Andrews, donde está el famoso
campo de golf, una
playa y, lo que me interesaba a mí, la sede de la
universidad más antigua de
Escocia. También tiene una
catedral y un
castillo hechos polvo pero con mucha historia, aunque lo bonito es la universidad en sí y las residencias. En el ratito que nos dieron libre para visitarlo prácticamente me lo recorrí entero y hasta llegué antes de tiempo al autobús.
Luego comenzamos a adentrarnos en las preciosas
Highlands y comimos en
Dunkeld. Nuevamente, llevar bocadillo fue un acierto, porque pude disfrutar de mi comida con unas vistas estupendas de la
catedral desde un caminito interesante que encontré. Luego me di una vueltecita, llegué al río, volví al inicio, escalé una colina y finalmente volví al autobús.
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Catedral de Dunkeld y bosque del Hermitage |
Hermitage, Pitlochry y Highlands
Cuando llegó todo el mundo, fuimos al
bosque del Hermitage, que, increíblemente, es fruto de la mano del hombre, si bien es cierto que saberlo no le quita ni un ápice de encanto. La sala de juegos de los niños (lo creó un tipo con demasiada pasta como regalo para sus hijos) era una pasada, y la cascada a la que daba era espectacular.
Seguimos en el autobús hasta hacer una breve parada en
Pitlochry, otro pueblo precioso con casas de cuento, tras lo cual nos dirigimos a Inverness, trayecto en el cual pudimos apreciar el paisaje de las zonas altas de las
Highlands, que nunca imaginé tan... desolado. Fijaos en la foto: apenas hay vegetación (había zonas donde no había ni un mísero árbol), solo turba. Estar ahí, tan cerca, es espectacular.
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Pitlochry y vista de las Highlands |
Finalmente, llegamos a Inverness a eso de las siete, así que no fui a visitar la ciudad y me relajé un rato en mi habitación del
Jurys Inn antes de bajar a la cena, que se servía a las 8 y estaba incluida. Tanto el hotel como la cena estaban aceptables, así que me fui a dormir de lo más satisfecha.
Fort George, destilería, Inverness
Al día siguiente visitamos
Fort George a primera hora. Es una fortificación impresionante y, lo más sorprendente de todo, ¡sigue siendo un
cuartel militar operativo! Tiene unas vistas preciosas y algunas zonas acondicionadas para que viéramos cómo eran las cosas hace unos siglos. Hubiera sido perfecto si hubiéramos podido ver los delfines y las focas, pero era marea baja y no hubo suerte.
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Vistas de Fort George |
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Destilería |
La siguiente parada fue la
destilería de Tomatin en Speyside, donde nos contaron cómo se hace el whisky. Que no digo que no sea interesante pero... me sobró un poquito. Había una cata al final, pero a mí no me va el alcohol, así que lo dejé pasar.
Comimos en
Inverness, donde pregunté a nuestro guía dónde podía encontrar una falda de tartán barata. Él me recomendó que la buscara en alguna de las múltiples
charitys, que son, básicamente,
tiendas de segunda mano pertenecientes a ong's cuyos beneficios van a las causas que promueven.
Escocia está plagada y es una iniciativa que deberíamos copiar aquí. Uno de los del grupo me dijo que había comprado su falda (en ese momento, tres hombres del grupo ya se habían atrevido a comprar y llevar puesto un kilt) por 20 libras, siendo mi tope 25, así que me puse a buscar como una loca. Visité cuatro charitys en los que encontré nada remotamente parecido al tartán y, cuando ya iba hacia el autobús, pasé por otro que ¡tenía un montón! Dos eran de mi talla, y finalmente me decanté por una falda de tartán rojo preciosa que me costó 9,50 libras. Vamos, ¡que todavía me sobraba algo del presupuesto que tenía reservado para chuminadas!
Lago Ness
Después de comer nos dirigimos al
lago Ness, en el trayecto hacia el cual nos hablaron de la
leyenda de
Nessie y de
explicaciones científicas razonables para la gran cantidad de avistamientos de sombras extrañas y bichos raros (como que haya un canal de comunicación con el Mar del Norte). Me sorprendió mucho la oscuridad y tranquilidad de sus aguas, no me extraña que la gente crea ver cosas raras ahí. También me llamó la atención las
pocas "cutreces" turísticas relacionadas con Nessie que encontré. Salvo una especie de estatua bastante elegante y un sitio relacionado con Nessina que hay un poco más allá para turistas japoneses (Nessie está hermanado con Gozilla), han logrado
mantener la dignidad del lago y explotan lo verdaderamente importante: lo
espectacular de su paisaje. Si eso fuera España, ya habrían montado un parque de atracciones y alguna barbaridad más, así que es de agradecer que los escoceses no se vendan y no crean que para atraer turistas todo vale. Esto se ve en todas las zonas, no solo en el
lago Ness: no hay anuncios en las carreteras que estropeen el paisaje, se da más importancia a la belleza de un lugar y a su historia que a convertirlo en una absurda atracción... y, generalmente, cuando se pueden aprovechar (como, por ejemplo, con el tema de los baños públicos) si no es gratis, los fondos van a caridad o a mantenimiento de las instalaciones.
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Lago Ness y castillo de Urquart |
Pero bueno, volvamos al
lago Ness. Cogimos el
ferry en dirección a las ruinas del
castillo de Urquart. A pesar de que estaba cayendo una buena (tanto de frío como de agua) me mantuve en la parte de arriba todo el tiempo, porque el trayecto era demasiado bonito como para verlo desde una ventana. Además, para hacerlo más ameno había un audio en inglés (todo está en inglés sin traducción a otros idiomas, se ve que piensan que todo el mundo debe conocer su lengua... por suerte yo sí que la entiendo ^^) en el que contaban muchas cosas interesantes del lago.
El
castillo está en ruinas, pero tiene muchísimo encanto. De hecho, puedes
subir a lo más alto (es muy estrecho y hay mucha gente, eso sí, lo cual complica un poco las cosas) y disfrutar de
grandes vistas. También hay algunas cosas que se mantienen más o menos
intactas. Además, hay muchos
carteles explicativos en los que te hablan de la vida en el castillo, de qué corresponde a cada cosa... Una vez acabas la exploración sobre el terreno, si subes a la zona de la cafetería, tienen una especie de
exposición interesantísima sobre la gente que vivía en los
castillos, sus oficios... Yendo de camino hacia allí, por cierto, hay una
catapulta con la que lanzaban cadáveres de leprosos dentro del
castillo para que se contagiaran y se pudiera tomar con más facilidad. Y entonces salió el sol y pudimos disfrutar de un precioso
arcoiris sobre el
lago Ness y el
castillo.
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Castillo de Urquart con el lago Ness de fondo. |
Inverness
Después, fuimos de nuevo a
Inverness, donde nos dieron a elegir entre volver al hotel (que estaba un tanto apartado) o disfrutar de una pequeña visita por la
ciudad y después volver por nuestra cuenta. Elegí, por supuesto, quedarme. Nos hablaron de las múltiples iglesias de distintas religiones, del
castillo que no es exactamente un
castillo... y, ya cuando acabábamos, nos encontramos con dos grupos de
gaiteros que estaban haciendo una exhibición por su ciudad y como compitiendo entre sí, moviéndose por distintos puntos antes de encontrarse. Fue espectacular.
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Castillo de Inverness y grupos de gaiteros |
Volvimos al hotel dando un paseo, a tiempo para la cena (incluida en el precio), en la que, a petición popular, estrené mi falda de tartán (me hicieron darme un paseo por toda la sala para que todos la vieran, qué vergüenza...). Luego subí a mi habitación para preparar la maleta y dormir todo lo posible, porque al día siguiente salíamos para
Skye... pero eso os lo narraré en la próxima entrada.
Vamos...
ResponderEliminarJajajajaja, lectora hasta ahí. <3
Que puente más chulo.
Las highlands donde están los highlanders???
La cascada es chulisima.
Las fotos son preciosas.
Que prontito cenan ahí
bebiste??? mejor... yo el whisky, puff
en euros no era caro.
Que chulada el lago ness, es un sitio que quisiera conocer
que vistas más chulas desde ese castillo
Que bueno lo de los gaiteros.
foto con el tartán no hay?
mmmm,
sigo con el primero.
Las highlands de los highlanders, aunque lamentablemente vi muchas cabras y vacas pero 0 highlanders... Sniff... Eso sí, con tartan había bastantes tipos en las ciudades.
EliminarNo bebí nada, no me va. Y sí, salió baratísimo, era tela de tartán de verdad, de un clan (ahora no me acuerdo de cuál, venía en la etiqueta), pero por supuesto con corte de falda de chica. Me hice una foto horrible que solo ha visto mi madre, pero no temas: en alguna presentación apareceré con mi tesoro de falda ^^.
Jajajajajajaja, ains mi loquita. :) Me alegro que disfrutaras. Es lo importante.
EliminarMe encanta Escocia desde siempre, pero desde que vi la serie Outlander todavía más, jeje.
ResponderEliminarTe dejo un post sobre mi último viaje a Escocia y los lugares más chulos para hacer fotos:
https://deliriarose.com/2018/09/20/itinerario-para-7-dias-en-escocia-los-lugares-mas-instagrameables/
Un abrazo,
Deliria Rose