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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

domingo, 26 de noviembre de 2017

El otro día volé (literalmente)

Llevaba mucho, pero que mucho, deseando ir a un túnel de viento. Quería saber qué se siente al volar, ya que mi límite es el puenting: paracaídas y demás todavía no me atrevo ^^. Por suerte, por fin logramos arreglar la primera quedada para meternos al túnel de Hurricane Factory. Está en el Sambyl  y el túnel es el más grande de toda Europa: tiene un diámetro de 5,2 metros y una altura de unos 12 metros, donde circula una corriente de aire de hasta 270 km/h, la velocidad de un huracán real. Pero es muy seguro y siempre estás bajo supervisión constante de un instructor experimentado: mientras no estés embarazada, tengas problemas de espalda... puedes volar sin problema. Los valientes fuimos Carlos Mesa, María Orgaz, Alfonso Zamora y yo, también nos acompañaron la esposa de Alfonso y Ester FG, que se quedaron fuera y nos grabaron en vídeo (tienen una zona para que los acompañantes puedan verlo todo cómodamente).
antes del vueloAl principio tienes que rellenar tus datos y firmar un formulario, tras lo cual te dan el mono para que te lo pongas por encima de la ropa y una taquilla para dejar tus cosas (no puedes llevar joyas, ni teléfonos...). Luego pasamos a la sala de instrucción para aprender los conceptos. El instructor era majísimo y nos hizo reír, además, practicamos la postura y las señas que nos iba a hacer para que la corrigiéramos.
Luego nos dieron el casco y las gafas, además de unos tapones para los oídos, para que fuéramos a la cámara de vuelo. Los monos son muy chulos, y casi nos sentimos como en una película de astronautas a punto para el despegue, mola mucho.
durante el vuelo
Todavía faltaba un poco para que acabara el grupo anterior y luego los instructores hicieron un show fantástico: sin la limitación del suelo, las figuras imposibles que realizaban eran impresionantes. Podéis ver esos shows en el canal de youtube de Ester FG.
Finalmente, nos tocó a nosotros y ¡yo la primera! En la primera ronda (un minuto y medio, que no se te hace corto) comencé con un poco de miedo, pero pronto se me pasó y comencé a pasármelo genial: no es tan fácil como parece, pues el más mínimo movimiento puede hacerte subir, o bajar, o irte hacia delante o hacia atrás, pero resulta muy divertido y la sensación de volar es indescriptible.
La segunda ronda (otro minuto y medio, que tampoco se me hizo nada corto) fue más fácil y además, al finalizar, el instructor subió conmigo hasta arriba del todo. Era como una montaña rusa, ¡me encantó! Podéis ver el vídeo con mi experiencia aquí:



Algunas veces el instructor no tenía que agarrarme, así que podemos decir que, durante algunos segundos, volé sola ^^: 
durante el vuelo

después del vueloEn resumen: La verdad es que lo pasamos de fábula y me encantó: estoy deseando repetir y sin duda lo haré. Y sin duda también se lo recomendaré a cualquiera que me pregunte si merece la pena el precio.
Por cierto, aunque el total de minutos fue de tres, al día siguiente me levanté con agujetas por todo el cuerpo, cuenta como si hubiera hecho deporte ^^.

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jueves, 23 de noviembre de 2017

Relato corto: Los amigos

Nuevo relato breve hecho con el reto de escritura creativa de las palabras olvidadas. Usé lumbrera (Persona que brilla por su inteligencia y conocimientos excepcionales), manjar (Alimento o comida que resulta exquisito, delicado o apetitoso) y miccionar (Orinar).

 Los amigos

palabras
Palabras diseñadas por @layils, @_., @josep.tb
La peor decisión de su vida la tomó durante su primer día de colegio, cuando, al ver el panorama, optó por convertirse en el payaso de la clase para caer en gracia a sus compañeros. Treinta años después, era un hombre serio, que ganaba más dinero que cualquiera de sus conocidos, pero para ellos seguía siendo el graciosillo al que expulsaron por miccionar en el coche del director y el que convenció al lumbrera de la clase de que era todo un manjar el bocata de paté con mierda mezclada que le ofrecía con la excusa de que era una pena tirarlo, pero que no podía comérselo porque tenía el estómago revuelto.
Aun así, no le importaba mucho hasta que su novia -una chica que destacaba por su seriedad y le había dicho reiteradas veces que no le gustaban las bromas- dijo la temida frase: 
—Quiero conocer a tus amigos.
Intentó hablar con ellos para pedirles que ocultaran su vergonzoso pasado, pero se cachondearon de él y, aunque prometieron que le darían el gusto, no se fiaba de ellos. Se dio cuenta entonces de que tenía tres opciones: decirle a su chica que no tenía amigos, contratar amigos falsos o presentarle a los suyos, pero matarles en cuanto se hiciera la más mínima mención al pasado. Dado que la primera opción le haría parecer un bicho raro y la tercera era inviable, se decidió por la segunda.
Por suerte, todo salió bien y su chica quedó encantada con los actores que se hicieron pasar por sus conocidos. Al menos, hasta que salieron del restaurante y, casualidades de la vida, se toparon con algunos de sus amigos de verdad, a los que no pudo ignorar porque se acercaron a ellos y comenzaron a avasallarlos sin darle opción de escapar.
Tal y como había temido, no tardaron en mencionar algunas de sus hazañas más vergonzosas y pronto se convenció de que ella le dejaría en cuanto se quedaran solos. Así pues, cuando se despidieron la miró con desesperación y, al verla alzar la ceja, confesó que esos eran sus verdaderos amigos y que odiaba cada vez que mencionaban un pasado con el que ya no se identificaba.
—Ya que estamos diciendo la verdad, Mavis no es en realidad mi amiga —le sorprendió ella—. Ni siquiera me cae bien, pero es la única conocida que tengo que no está como una cabra. Pero es que pareces tan serio que...
Esta nueva confesión dio pie a una larga conversación sobre sus locos conocidos y sus respectivos pasados que les acabó por convencer de que eran el uno para el otro. Pronto, decidieron hacer una gran fiesta con todos sus verdaderos amigos para anunciarles su compromiso.

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domingo, 19 de noviembre de 2017

Manualidad: Árboles de alambre

Siempre que iba a una feria medieval, veía los árboles de alambre y me entraban ganas de intentar hacer la manualidad: parecía más o menos fácil y tenía mucho material por casa, así que, ¿por qué no probar? 
El otro día, por fin me animé y se confirmó lo que pensaba: es fácil pero laborioso. Básicamente hay que ir enredando los alambres: dos enredados con alguna bolita intercalada para ramas más pequeñas, que a su vez se juntan y enredan entre sí para formar ramas más grandes y, cuando tienes suficientes dobles ramas, formas el tronco y la raíz final, que se hace en forma de círculo para que se sostenga en pie.
La verdad, he quedado satisfecha con el resultado y en las dos horas y pico que tardé en hacerlo estuve de lo más entretenida. Quizás pruebe a hacer más versiones con distintos colores de alambre y bolitas, aunque no sé qué haré con tanto árbol ^^.

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jueves, 9 de noviembre de 2017

Puerta a puerta: un relato breve del reto dados

Nuevo relato corto hecho con el reto de escritura creativa en que lanzo unos dados, podéis verme lanzarlos aquí:

Puerta a puerta

resultado
Tengo que llamar a mi cliente antes de las dos, lo cual sería fácil si no fuera porque un quinqui me ha robado el móvil justo cuando me disponía a quitarme de en medio esta tarea y no tengo apuntado el teléfono en ningún lado. La única información que recuerdo es que estaba situado en la calle más larga del polígono, así que, tras fracasar mi intento de buscarlo en internet, me toca hacer las cosas por el método tradicional: de puerta a puerta. Unos piensan que soy comercial, otros me dan con la puerta en las narices, otros ni me abren y alguno también intenta ligar conmigo. 
Estoy a punto de darme por vencida cuando me encuentro cara a cara con el niñato que me ha robado el teléfono: aquí es donde los de su banda deben de traer todos los objetos robados para almacenarlos antes de revenderlos al mejor postor. Por suerte, soy buena improvisando: le digo que he informado a un amigo de la situación, que si no le llamo por teléfono desde mi terminal en cinco minutos mandará a la policía a esa nave en menos que canta un gallo. El chaval no acaba de creérselo pero, por si acaso, me devuelve el aparato con la condición de que la "pasma" no aparezca por allí.
Por fin puedo hacer la llamada y llego justo a tiempo para evitar perder a mi cliente. Luego, sin considerar la posibilidad de cumplir mi palabra y no llamar a la policía por el cabreo que tengo y todos los problemas que me han dado esos niñatos, doy el soplo. Por desgracia, cuando llegan es tarde: los chavales son tan rápidos para recoger como robando teléfonos y bolsos. Mientras hacía esa llamada tan importante, han desmontado todo. Luego me lo pienso mejor y me siento aliviada. En el fondo, es mejor así: si les hubieran pillado con las manos en la masa, hubieran sabido que había sido yo y me la hubieran tenido jurada. Ahora, pensarán que cumplí con mi parte y puede que hasta, agradecidos, si vuelven a ver la oportunidad de robarme, decidan dejar mis bienes tranquilos.

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