Raksha, el señor de los demonios, deseaba Iss desde el momento en que el Guardián puso su pie en él. Desde entonces, envió una horda de demonios tras otra, pero el Guardián se mantuvo firme y nunca lograron traspasar la frontera. Años atrás, dejó de enviar sus hordas. Parecía que estaba derrotado por fin, y el Guardián se confió. Pero Raksha sí que había enviado a sus hordas. Súcubos e íncubos fueron enviadas en secreto a seducir a los nobles señores del Reino. Pocos hay con un espíritu capaz de resistir a estas criaturas, y los pocos que se resistieron murieron de una extraña plaga.
Muchos polimórficos se infiltraron en las ciudades y comenzaron a agitar sutilmente a las masas. El bien nos oprime, no nos da la libertad necesaria, fue una frase que comenzó a susurrarse cada vez con más frecuencia.
El Guardián, ajeno a esto, siguió ocupándose de sus fronteras, sin siquiera poder imaginar que el enemigo ya estaba dentro… y que sus protegidos comenzaban a seguirle. Los nobles comenzaron entonces a hacer peticiones. Peticiones razonables, que no discordaban en absoluto con la luz, así que aceptó. Pero luego los nobles empezaron a pedir más y más, cada vez cosas más impensables, más contrarias a la luz, y el Guardián tuvo que tomar medidas.
Los nobles se enfurecieron, comenzaron a tramar contra el Guardián, siempre dispuestos a escuchar las maldades que susurraban en sus oídos sus nuevos amantes, de extraordinaria belleza, siempre dispuestos a realizar sus fantasías más ocultas ¿Qué hombre, qué mujer, puede negar nada a un ser que ha conquistado su cuerpo y su mente? ¿Quien puede imaginar que un demonio se esconde tras la persona que más desea?
Entre tanto, el pueblo llano rumoreaba. El Guardián niega a los nobles. El Guardián es cada vez más estricto. El Guardián nos oprime.
Todo fue peor después de dos años de malas cosechas. Los criminales aumentaron, y por tanto las ejecuciones. El Guardián no podía tolerar que Iss se llenara de delincuentes. Los nobles pidieron, a petición popular, que se bajaran los impuestos. El Guardián se negó al principio, luego tuvo que acceder por la presión. Pero luego llegaron pidiendo que las ayudas y servicios volvieran a incrementarse, pero, al haber disminuido los impuestos, no había más fondos con los que costear esa petición. Entonces se produjo la primera revuelta seria. Uno de los nobles, adorado por el pueblo gracias a las manipulaciones de los polimórficos, murió durante la rebelión, seguramente asesinado por los propios demonios, más que probable, por la súcubo que le había seducido. Pronto se extendió el rumor de que habían sido los Hombres de la luz quienes lo habían matado, por orden del Guardián. Los rumores se extendieron aun más, e incluso aquellos que habían confiado antes en el buen criterio del Guardián comenzaron a dudar.
El Guardián comenzaba a dudar de que lo que estaba ocurriendo en su Reino fuera algo natural, pero no tuvo tiempo de pensarlo mucho, porque Raksha es astuto y aprovechó ese momento para atacar con la horda más grande que se había visto nunca. La prioridad de Guardián siempre había sido su frontera, y tuvo que reaccionar. El ejército regular no era suficiente, y se tuvo que reclutar a gente de a pie. Eso sólo agravó aun más las cosas. La segunda revuelta estalló cuando se recibió la primera lista de bajas y fallecidos. Se tardaron dos horas en leer todos los nombres de los muertos de un solo día, y los ciudadanos ya no soportaron la situación. Otros tres nobles queridos por el pueblo fueron asesinados y se volvió a culpar al Guardián.
El resto de nobles aprovecharon ese momento para entregar una lista de peticiones que el Guardián no podía cumplir. La petición más realizada fue que los hombres reclutados en la calle pudieran volver a sus casas. Si el Guardián hacía eso, las fronteras caerían. Los rumores se convirtieron en gritos de protesta. ¡El guardián nos esclaviza! ¡El Guardián quiere el poder! ¡El Guardián elimina a todo el que está en su contra!
Los nobles formaron una coalición y se declararon independientes. Eligieron como rey al consorte de una poderosa noble. Un demonio, pero su actuación era tan terriblemente creíble que todos creyeron que era un santo, mientras que el Guardián se había dejado corromper.
Por aquel entonces el Guardián comenzaba a comportarse de forma extraña, pero la situación le sobrepasaba y ninguno de los que aun le eran fieles se extrañó. Siguió defendiendo las fronteras aunque ya no eran suyas. No había hombres suficientes, porque los reclutados volvieron a sus casas, y los nobles redujeron los ejércitos. Luego, decidieron parlamentar con los demonios y al pueblo le pareció bien, puesto que hacía varias semanas que se decía por ahí que quizás los demonios no eran tan malos. Los Hombres de la luz del Guardián fueron perseguidos y masacrados por humanos como si fueran demonios, mientras que los demonios entraban en Iss triunfantes, amparados por un tratado de paz que nunca cumplirían.
Pocos, muy pocos Hombres de la luz logramos sobrevivir. Ahora estamos aquí, atrincherados desde hace años en la Ciudad de la Luz, la inexpugnable fortaleza del Guardián. Tenemos de todo, menos la libertad para salir. Los humanos del antiguo Iss, que se alegraron de la paz con los demonios, pronto cambiaron de opinión. Ahora son sus esclavos, pero nada podemos hacer porque ellos mismos fueron los que nos masacraron, no somos suficientes y si salimos de aquí acabaremos como ellos. Y los demonios son cada vez más, al no haber nadie que los combata.
El Guardián. Descendiente de ángeles, protector del Reino de Iss. Ahora está loco, loco como la mayoría de los que seguimos fieles a la luz. Loco por su debilidad, loco por no haber entendido lo que estaba pasando hasta que ocurrió. Loco por no poder hacer nada. Loco para evadirse, pues vive como si no hubiera ocurrido nada malo. Cuánto le odiamos. Pero nada podemos hacer, porque él en el fondo sigue siendo puro… y es su pureza la que mantiene la barrera de la Ciudad de la Luz. Y si la barrera cae, la ciudad ya no será inexpugnable y ellos vendrán. Así que recemos, recemos todos porque el Guardián no recupere jamás la cordura, porque si la recupera y ve lo que ha hecho, morirá de pena y todos estaremos condenados a un destino peor que la muerte…
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