Este es el proyecto de Adictos a la escritura del mes de diciembre (casi no me ha dado ni tiempo a escribirlo, con todo el montaje de mi asesoría de marketing literario y servicios editoriales). Se trataba esta vez de documentarse y ambientar un relato en un periodo histórico en particular. No sé por qué, se me antojó hacerlo sobre la peste y me puse a inverstigar sobre ese tema. Vi algunos artículos médicos de síntomas, estudios y la historia de su propagación. Entonces encontré referencias a cómo había llegado a Noruega: a través de un barco fantasma que embarrancó cerca de Bergen. Me llamó tanto la atención que dediqué horas a buscar información sobre el dichoso barco, pero solo pude descubrir que venía de King's Lynn, que llevaba un cargamento de lana y que era verano. Otras fuentes dicen que en el barco quedaba alguna persona viva, aunque me he quedado con la del barco fantasma porque tiene más encanto. Lo que está claro es que se descargó el cargamento y que a raíz de ahí se propagó la enfermedad.
Por supuesto, me he tenido que inventar los nombres, pero los hechos son comunes a lo que pasaba en muchas ciudades a las que llegaba la enfermedad. Y, sin más dilación, el relato.
El barco fantasma
Era mediados de julio de
1349 cuando la tranquilidad de la ciudad de Bergen quedó perturbada:
un barco había embarrancado cerca de la localidad, pero nadie había
salido de él, ni se percibía movimiento en cubierta. La zona pronto
se llenó de curiosos, pero nadie parecía atreverse a dar el paso
de subir a bordo.
-¿No es ese el barco que
debía llegar de King's Lynn con tu cargamento de lana? -preguntó
uno de los mercaderes más eminentes de la ciudad a su más feroz
competidor, el señor Bergman, que acababa de llegar.
El hombre asintió en
silencio, con el ceño fruncido por la preocupación, y pronto se
puso en contacto con las autoridades locales para organizar un grupo
que subiera a investigar. No tardaron en oírse los gritos de los
hombres:
-¡Muertos, todos
muertos!
Todos los presentes se
santiguaron y comenzaron a murmurar. Pronto, un párroco llegó,
reunieron a unos pocos voluntarios que no temían adentrarse en ese
barco maldito o no tenían inconveniente en arriesgarse por unas
pocas monedas y se organizó todo para el traslado de los muertos al
cementerio. No obstante, todavía quedaba el asunto de qué hacer con
lo que había en el interior del navío.
-Hay que quemarlo,
quemadlo todo -exclamó uno de los mercaderes.
Todos sus colegas, salvo
el señor Bergman, estuvieron de acuerdo. No obstante, el resto de la
gente que se había reunido alrededor sabía que no lo decían por
otra cosa que puro revanchismo, porque todos salvo él habían tenido
algún momento de mala suerte en el último año. Así pues, cuando
el señor Bergman propuso donar a la comunidad todo el contenido del
barco salvo el cargamento de lana y algunos bienes que había hecho
comprar en Inglaterra para su uso personal, el asunto quedó zanjado.
El barco no tardó en
quedar vacío y se procedió a desmantelar las partes aprovechables y
quemar todas las demás. Pronto, el asunto del barco fantasma no
tardó en ser olvidado por los habitantes de la ciudad debido a algo
más grave: de repente, algunos habitantes trabajadores del puerto de
la ciudad comenzaron a mostrar signos de una extraña enfermedad:
tenían fiebre alta y grandes dolores, convulsionaban y a algunos les
salían bultos.
Habían llegado rumores
de la peste que asolaba otros países, pero resultaba difícil de
creer que hubiera llegado hasta Bergen, pues todos sabían que la
enfermedad era un castigo de Dios y que la localidad se caracterizaba
por ser piadosa. Los párrocos locales tranquilizaron a la población,
asegurando que los que no fueran pecadores no correrían peligro. No
obstante, la enfermedad seguía extendiéndose, e incluso acabó con
la vida de la viuda Rohde, una costurera con reputación de santa que
dejó todos sus bienes a la comunidad.
La conmoción fue aún
mayor cuando el señor Bergman fue atacado por la lacra, y fue
entonces cuando la gente comenzó a atar cabos: habían cometido un
gran pecado, el de la avaricia, al permitir que el mercader se
quedara con el cargamento de ese barco maldito a cambio de que se
repartieran el resto de bienes del mismo. Un grupo de familiares
furiosos de los fallecidos quemó los almacenes de Bergman y
milagrosamente el mercader se recuperó, aunque no así su mujer y
sus tres hijas, que murieron poco después.
Convencidos de que el
pecado por el que les castigaba Dios era la avaricia, numerosos
grupos de personas se reunieron para deshacerse de sus posesiones y
para quemar los almacenes de algunos de los mercaderes más ilustres,
muchos de los cuales habían huido de la ciudad en un intento de
escapar del contagio. Aun así, la peste continuó extendiéndose por
la ciudad, lo que hizo que todo el que podía se marchara a otras
poblaciones, pero pronto ningún lugar del país estaba a salvo de la
enfermedad.
Desde su hogar, el señor
Bergman observaba cómo estallaba el caos, cómo a pesar de los
intentos de la gente piadosa por evitar los pecados la gente caía en
la desesperación y en el libertinaje y cómo, finalmente, la ciudad
se convertía en un lugar casi desierto, tan fantasmal como el barco
que había traído la muerte a sus costas.
Arruinado, desesperado
por el sentimiento de culpa y aún débil por la enfermedad que había
pasado, caminó hasta el lugar donde había embarrancado el barco de
King's Lynn, se metió en el agua, y se dejó llevar por las olas.
Me ha gustado el desenlace, la descripcion es muy bonita y no he podido parar hasta el final. Veo que te has documentado y ese era el proposito. Enhorabuena. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, me ha gustado el desarrollo de la historia y veo que te has documentado sobre el barco y la peste. Las descripciones las has bordado y no he podido parar hasta el final. Enhorabuena. Te mando un abrazo.
ResponderEliminarHola, me ha gustado mucho la trama del relato y el desarrollo. Un relato que atrapa desde el principio en el misterio del barco!!
ResponderEliminarBesos!!
Un tema muy interesante el que has elegido, el relato está cargado de curiosidades :). No conocía nada acerca de esta historia y he aprendido mucho.
ResponderEliminarUn saludo!
Hola me ha parecido interesante y convincente pues realmente en esa época le atribuían todas las consecuencias malas al pecado. Y por otro lado un final inesperado. Pero en realidad una muestra peculiar de desesperación.
ResponderEliminarSaludos
Me ha gustado mucho el relato, aunque creo que se podría haber desarrollado la historia un poco más. Muy buena idea la de usar un barco fantasma como origen de la peste.
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