Este mes, el relato de Adictos a la escritura era a dos manos y María Orgaz (aquí el link) y yo lo hemos hecho juntas. Nos decantamos por ir escribiendo un trozo cada una y, salvo por un pequeño caos con los tiempos verbales, todo ha ido bien. Ahí va el relato, cada parte está marcada. ¿Adivináis qué ha hecho cada una? XD
Me levanto, hago que los
niños se preparen para el cole a toda prisa, les llevo, voy al
trabajo, vuelvo a casa y tomo un tentempié mientras recojo la casa,
voy a por los niños, hago los deberes con ellos, descanso un poco
mientras miran los dibujos, les doy de cenar y les mando a la cama.
Luego llega mi marido, le doy un beso, abro el doble fondo del
armario y me armo hasta los dientes. Parece una tontería, pero
después del estrés del día, ir a cazar monstruos me ayuda a
liberar toda la tensión y, de paso, ayudo a hacer un mundo mejor
para mis hijos.
Todavía recuerdo la
primera vez que maté a un vampiro, fue una experiencia extraña y
emocionante al mismo tiempo. Recuerdo que regresaba a casa tras un
día agotador en el trabajo. Atajé como siempre por el parque que
hay tras mi casa pues tenía muchísimas cosas que hacer, cuando
delante de mi se paró un chico moreno. No le veía demasiado bien
porque ya estaba anocheciendo, pero jamás se me podrán olvidar
aquellos intensos ojos que me taladraron con la mirada. Supe que no
era humano porque unos colmillos asomaban en su boca. No me lo pensé,
miré a mi alrededor y vi una rama rota de un árbol para cogerlo
como arma defensiva. Aquel ser se movió rápidamente para atacarme,
pero hice acopio de todas mis fuerzas y le hundí la rama en el
pecho.
Ahora sé que tuve mucha
suerte aquel día: los vampiros no suelen ser tan fáciles de matar.
De hecho, las dos veces siguientes que me topé con uno casi perdí
la vida y sin duda habría acabado muerta de no haberme topado con el
cazavampiros que más adelante se convertiría en mi esposo. Pero
algo se había removido en mí: siempre había soñado que, cuando me
casara, mis hijos jugarían en ese parque. Saber que en cuanto
oscureciera cualquier monstruo podía ir allí y hacer daño a mi
futura familia podía conmigo. Para evitar que algo así ocurriera,
tenía que limpiar la ciudad. A día de hoy, todavía no lo hemos
logrado. Por eso nos turnamos: una noche mi marido se queda con los
niños para protegerlos mientras yo salgo de casa, a la siguiente
cambiamos los papeles.
Pero llevar una vida
normal, con trabajo, marido e hijos es bastante complicado teniendo
en cuenta el trabajo nocturno que realizamos. Pues el sueño puede
conmigo en ocasiones, mi marido tiene más resistencia que yo y eso
se nota. Aunque no quiero decir nada nada, llevo varias noches de
vigilancia que me resulta más complicado acabar con aquellos
vampiros. Me siento cansada, con mucho sueño, a veces me siento a
punto de desfallecer. Ayer tuve miedo por mi vida, pues durante una
pelea empecé a ver doble a mi contrincante y él aprovechó para
golpearme y hacerme caer al suelo.
Una vez más, la suerte
estuvo conmigo: algo despistó a la criatura y pude reaccionar. Pero
no puedo permitir que eso vuelva a ocurrir, mis niños aún son
demasiado jóvenes y su padre no puede defenderles y salir a
patrullar a la vez. Así que, como mi zona está tranquila, decido
pasarme por la de otros compañeros cazavampiros para que patrullemos
en pareja. Cuando llego a donde está Katinka casi espero que se
muestre tan arrogante como siempre pero, al verme, suspira y me dice
que se alegra de verme, que está agotada y cada día le cuesta más
acabar con los vampiros. Eso es muy preocupante. ¿Es posible que
este malestar sea algo generalizado y que, en nuestro intento por
parecer más duros de lo que somos, no lo hayamos compartido con
nuestros compañeros?
Según pasan los días,
las cosas siguen igual y tengo que tener cuidado para no salir
herida, pues mi marido es el hombre más protector que hay en el
mundo. Lo malo es que el malestar no se me pasa, cada día me siento
más cansada, duermo peor. A pesar de que mi apetito no se ha
resentido, a veces siento nauseas. Como hoy no me toca guardia a mi y
los niños ya están dormidos, prefiero asegurarme de que no estoy
enfermando con una gripe o algo porque entonces no podré hacer las
vigilancias. Lo curioso es que no tengo fiebre, ni tos. Decido
mandarle un mensaje a Katinka, tal vez ella me puede ayudar, ya que
sé que siente el mismo malestar que yo.
“No tengo fiebre, pero
cada día me encuentro peor. Estoy preocupada. ¿Habremos cogido
algo? Dime algo que estoy preocupándome mucho...”
Se acabó, no podemos
seguir así: continuar con esto sin estar en plena forma es un
suicidio. Convenzo a Katinka para que faltemos al trabajo a la mañana
siguiente y vamos las dos juntas a visitar a Frederik. Además de
cazavampiros, es un doctor muy reputado y podemos confiar en él para
que nos haga todas las pruebas necesarias con rapidez y discreción
total. Lo primero que nos dice es que él se encuentra bien y que
ningún otro cazavampiros está teniendo los mismos problemas que
nosotras. Eso nos tranquiliza: el día que los vampiros empiecen a
usar la tecnología para luchar contra nosotros estaremos perdidos.
Pero, entonces, ¿qué nos pasa? Frederik nos hace todas las pruebas
y nos quedamos allí, esperando, hasta que le llegan los resultados.
Entonces abre los informes... y se echa a reír.
-¿De qué se ríe?
-pregunta Katinka con extrañeza.
-No estáis enfermas,
aunque si que tenéis algo, que no se os “quitará” hasta dentro
de unos meses.
Nos acerca el papel con
los resultados. Katinka lo ha cogido primero y veo que se pone blanca
como la pared. Empiezo a asustarme, ¿Pero qué tenemos para que se
quede blanca mi amiga?
-Embarazadas... -dice
ella.
-¿Cómo que embarazadas?
-pregunto atragantándome.
Estamos embarazadas en
plena lucha contra vampiros, desde luego el panorama pinta mal por el
hecho de que con los embarazos nuestras vidas corren más peligro.
Por no hablar de que no sabemos lo que pensaran nuestros maridos de
las inesperadas noticias. Hay que pensar en lo que vamos a hacer a
partir de ahora.
Pero a mí no me
preocupa. Ya pasé por esto dos veces antes y pude seguir luchando
hasta poco antes del parto, aunque con los embarazos anteriores no me
sentía tan indispuesta. Supongo que es lo que tienen unos cuantos
años y muchas obligaciones más. Habrá que reorganizarse y será
todo un poco más complicado, pero una cosa tengo clara: mi lucha no
ha terminado.
Cuando llegue a casa le
voy a contar a Derek la noticia de que vamos a ampliar la familia.
Así que voy a preparar una rica cena para poder hablar con él.
Conozco muy bien a mi marido y sé que adora ser padre, pero por si
acaso, prefiero allanar el camino antes de soltar la noticia. Llego a
casa y me pongo a hacer una rica cena antes de que llegue. Él adora
los huevos revueltos con chorizo así que empiezo a cocinar. Y
también hago una tarta de galletas con chocolate, pues por muchos
años que pasen mi marido adora el chocolate tanto como yo.
Llega a casa agotado,
pero en cuanto ve lo que tengo preparado sonríe y me dice: -Ya
estabas tardando en contármelo. ¡Se había dado cuenta! Me dice que
en ningún momento he corrido peligro, que había pedido a algunos
compañeros que me echaran un ojo y que hubieran intervenido si lo
hubiera necesitado. Lo mejor de todo es que ha pensado en todo y que
tiene un plan. Adoro a este hombre.
Sé que todo va a ir
bien, pero con lo protector que es, no me deja salir tantas noches a
patrullar. Evidentemente sé que tengo que tener cuidado ahora que
tengo una vida creciendo en mi interior, pero de momento que el
embarazo no está avanzado, puedo seguir luchando y patrullando. Pero
Derek es cabezota, bueno no, es el más cabezota entre los cabezotas
del mundo. Según aumenta mi embarazo y el de Katinka, nuestros
esposos son más protectores y maniáticos.
Ver cómo crece mi
tripita es algo... es mi tercer embarazo pero me sigo sorprendiendo
del milagro de la vida. En mi quinto mes de embarazo mi tripa es
enorme, más que en los dos embarazos anteriores. Me siento torpe y
cansada, y ya hace muchas semanas que Derek no me deja salir a
patrullar. Solo me deja hacer el papel de madre que cuida a sus hijos
y descansa. Voy caminando junto a Katinka para recoger a nuestros
hijos del colegio. Las dos caminamos muy lentas, pero como hemos
salido con tiempo, todavía no es la hora. Salen nuestros
torbellinos con la misma energía que siempre a saludarnos y
abrazarse a nuestras tripas. Están muy alegres por la llegada de los
bebés, y tengo que reconocer que nos cuidan mucho. Regresamos a casa
con calma mientras ellos juegan y corretean a nuestro lado, aunque no
son demasiado mayores, ya saben la clase de monstruos que acechan el
mundo.
****
El parto se adelanta casi
un mes. Es luna llena y la noche ha caído ya hace un rato. Mi marido
está de caza: le llamo, pero tengo que salir ya o daré a luz aquí
mismo. Por suerte, el hospital está a un par de manzanas de casa,
así que cojo a los niños y vamos para allá. Estamos a mitad de
camino cuando el vampiro nos corta el paso. No llevo armas, pero
lucho con todas mis fuerzas, por mis hijos y por el que está por
nacer. Mis niños, tan valientes ellos, no se amedrentan y hacen lo
posible por ayudarme, pero el dolor es tremendo y no sé si podré
con él. Entonces una estaca atraviesa el corazón de mi adversario y
Katinka me sonríe:
-Dicen que con la luna llena las embarazadas se
ponen de parto. Va a ser verdad. Suerte que te he visto desde el
taxi.
Ambas recorremos lo que queda de distancia hasta el hospital y
entramos a la vez en el paritorio.
Dos partos antes que este
ya me previenen de lo que está por llegar, y aún así estoy un poco
asustada, pues quiero que mi bebé salga sano y también el de
Katinka. Antes de que nos demos cuenta, pero tras muchos dolores y
contracciones, tenemos a nuestros bebés entre los brazos y nuestros
maridos están a nuestro lado. Katinka sostiene entre sus brazos a un
precioso niño de piel blanca. Mi marido sostiene a una niña
menudita con los mismos rasgos físicos que los míos.
La vida se presenta
complicada con tres hijos y un mundo lleno de vampiros, pero sé que
mi marido y mis amigos están siempre que los necesitamos. Doy
gracias cada noche que los veo descansar plácidamente mientras
nosotros acabamos con los monstruos que quieren estropear nuestra
bonita ciudad.
---------------------------------------------------------------------------------Todas las historias y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
Entretenido y tierno, felicitaciones :)
ResponderEliminarWow me encanto. Y en un momento me perdía con quien era la escritora me envolvieron en la historia.
ResponderEliminarSaludos 😊