Aprovechando la Semana Santa, decidimos hacer alguna que otra escapada y la primera fue en el Monasterio de Piedra, un Bien de Interés Cultural de Zaragoza con más de 800 años de historia. Me habían dicho que era espectacular y, la verdad, lo es y merece la pena la paliza en coche para llegar.
Exhibición de cetrería
Lo primero que vimos, nada más llegar, fue esta maravillosa e instructiva exhibición de cetrería. Nos mostraron diversas aves de distinto tipo, que volaban tan bajo que algunas me rozaron la cabeza (hay que mantenerse sentado) y explicaron sus características. Además, nos mostraron en vivo cómo cazan con algunos cebos. Verlas tan de cerca, y en acción, fue alucinante, y es una actividad que sin duda recomiendo y que, además, está incluida en la entrada.
También tienes posibilidad de ver las rapaces fuera de exhibición en sus jaulas en esa misma zona durante todo el día.
Ruta por el Parque Natural - Jardín Histórico
El paseo por el Parque Nacional, muy bien señalizado (además, te dan un mapa) es realmente precioso. Hay un montón de cascadas, arroyos, lagos y grutas, con árboles centenarios y una abundante vegetación. Tiene tramos en los que hay que hacer un esfuerzo (muchas escaleras) pero, como te vas parando cada dos por tres para disfrutar del esplendor de las cascadas y de las formaciones de roca, no se hace muy pesado. En total estuvimos como dos horas, a paso de tortuga y sin hacer las rutitas que se salían del recorrido oficial.
Decir que no es apto para claustofóbicos, porque hay una parte de gruta para pasar por debajo de la cascada de Cola de Caballo (guau) en la que debes atravesar pasajes angostos y oscuros. Teníamos delante a una francesa claustofóbica y creíamos que le iba a dar un ataque de ansiedad ahí mismo, se quedó paralizada varias veces y lo pasó fatal, la pobre. Si no eres claustofóbico, sin embargo, es imprescindible.
También hay una zona de piscifactoría, pero no vimos ni una sola trucha, así que no recomiendo que compréis la bolsa de comida para truchas que venden a la entrada (no es que lo hiciéramos, de todos modos).
Decir que no es apto para claustofóbicos, porque hay una parte de gruta para pasar por debajo de la cascada de Cola de Caballo (guau) en la que debes atravesar pasajes angostos y oscuros. Teníamos delante a una francesa claustofóbica y creíamos que le iba a dar un ataque de ansiedad ahí mismo, se quedó paralizada varias veces y lo pasó fatal, la pobre. Si no eres claustofóbico, sin embargo, es imprescindible.
También hay una zona de piscifactoría, pero no vimos ni una sola trucha, así que no recomiendo que compréis la bolsa de comida para truchas que venden a la entrada (no es que lo hiciéramos, de todos modos).
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