Otro relato hecho con lo que ha salido de la tirada de dados. ¡Esta vez tenía dados nuevos! El resultado es más largo de lo habitual, pero estoy muy satisfecha con él
Vida pasada
Podía oler la muerte conforme se internaba en la tumba. Quería acabar el trabajo cuanto antes, así que aceleró el paso. Antes de entrar en la última cámara, se estremeció por la emoción; el tesoro le permitiría vivir con todo lujo durante mucho tiempo. No obstante, sus esperanzas pronto se hicieron añicos, pues otro saqueador había pasado por allí antes. Todos los objetos pequeños de valor habían desaparecido y el sarcófago estaba abierto, pero aun así registró la momia en busca de algo que hubieran pasado por alto. Tuvo suerte y encontró un amuleto con forma de escarabajo. No era demasiado valioso, pero le daría de comer unas cuantas semanas. Acabado el registro, se dio la vuelta y recorrió el camino a la inversa. Estaba a punto de salir cuando su instinto le avisó de que algo iba mal, pero ya era demasiado tarde y todo se volvió negro.
Despertó, cabreada. No había manera: nunca llegaba a saber qué le había pasado al protagonista de su sueño. A su vida pasada, si es que hacía caso a todos los libros que había leído sobre el tema. Esos libros que también decían que, si entendías lo que te había ocurrido en esas vidas, podías mejorar la tuya actual. Estaba claro que algo gordo le había pasado a su saqueador de tumbas, si no, la regresión no sería tan fuerte. Pero siempre se despertaba cuando él quedaba inconsciente. Quizás se acabó ahí, él entraba a robar una tumba y alguien le pillaba y le daba su merecido. Se negaba a aceptarlo; después tenía que haber ocurrido algo importante y estaba dispuesta a descubrirlo a toda costa.
Pensó en buscar a un especialista en regresiones para que la ayudara, pero ¿cómo podría saber si contrataba a un charlatán o a un experto de verdad? Luego, se le ocurrió una idea mejor. Cogió el teléfono y llamó a su agencia de viajes para reservar un viaje a Egipto.
Una vez allí, no encontró nada de lo que buscaba, pero conoció al amor de su vida, que también había ido a Egipto en busca de respuestas a un sueño recurrente. Tras encontrarse, ninguno volvió a soñar con esas vidas pasadas y poco a poco se olvidaron de su obsesión y aceptaron que no habían sido regresiones, después de todo.
Amor Verdadero guardó las vidas pasadas de ambos a buen recaudo y sonrió. No habían sido importantes en el ciclo de reencarnaciones de ambos enamorados, pero tenían algo que necesitaba: ambas ocurrían en Egipto y acababan de forma brusca en un momento interesante. Gracias a ellas, había podido forzar la situación para que se produjera un encuentro tan improbable entre dos personas que vivían cada una en un extremo del planeta.
Satisfecha, entregó los recuerdos a Reencarnador y abrió allí mismo el dossier con su próximo encargo. Este era fácil, no tenía excusa para inventar triquiñuelas, lo cual era una pena. Llevaba siglos intentando que Reencarnador se fijara en ella y no reaccionaba a sus coqueteos. Decepcionada, salió de la sala.
Reencarnador la vio marchar y se preguntó, una vez más, si Amor Verdadero realmente no se daba cuenta de lo que sentía por ella o si se había percatado y no quería hacerle un desaire rechazándole. Se prometió lanzarse y decírselo la próxima vez que viniera. Por desgracia, los encargos que requerían de sueños con vidas pasadas eran escasos y podían pasar décadas hasta que eso ocurriera. Así pues, se armó de valor y corrió tras ella para declararse de una vez por todas.
Despertó, cabreada. No había manera: nunca llegaba a saber qué le había pasado al protagonista de su sueño. A su vida pasada, si es que hacía caso a todos los libros que había leído sobre el tema. Esos libros que también decían que, si entendías lo que te había ocurrido en esas vidas, podías mejorar la tuya actual. Estaba claro que algo gordo le había pasado a su saqueador de tumbas, si no, la regresión no sería tan fuerte. Pero siempre se despertaba cuando él quedaba inconsciente. Quizás se acabó ahí, él entraba a robar una tumba y alguien le pillaba y le daba su merecido. Se negaba a aceptarlo; después tenía que haber ocurrido algo importante y estaba dispuesta a descubrirlo a toda costa.
Pensó en buscar a un especialista en regresiones para que la ayudara, pero ¿cómo podría saber si contrataba a un charlatán o a un experto de verdad? Luego, se le ocurrió una idea mejor. Cogió el teléfono y llamó a su agencia de viajes para reservar un viaje a Egipto.
Una vez allí, no encontró nada de lo que buscaba, pero conoció al amor de su vida, que también había ido a Egipto en busca de respuestas a un sueño recurrente. Tras encontrarse, ninguno volvió a soñar con esas vidas pasadas y poco a poco se olvidaron de su obsesión y aceptaron que no habían sido regresiones, después de todo.
Amor Verdadero guardó las vidas pasadas de ambos a buen recaudo y sonrió. No habían sido importantes en el ciclo de reencarnaciones de ambos enamorados, pero tenían algo que necesitaba: ambas ocurrían en Egipto y acababan de forma brusca en un momento interesante. Gracias a ellas, había podido forzar la situación para que se produjera un encuentro tan improbable entre dos personas que vivían cada una en un extremo del planeta.
Satisfecha, entregó los recuerdos a Reencarnador y abrió allí mismo el dossier con su próximo encargo. Este era fácil, no tenía excusa para inventar triquiñuelas, lo cual era una pena. Llevaba siglos intentando que Reencarnador se fijara en ella y no reaccionaba a sus coqueteos. Decepcionada, salió de la sala.
Reencarnador la vio marchar y se preguntó, una vez más, si Amor Verdadero realmente no se daba cuenta de lo que sentía por ella o si se había percatado y no quería hacerle un desaire rechazándole. Se prometió lanzarse y decírselo la próxima vez que viniera. Por desgracia, los encargos que requerían de sueños con vidas pasadas eran escasos y podían pasar décadas hasta que eso ocurriera. Así pues, se armó de valor y corrió tras ella para declararse de una vez por todas.
Qué intrincado..,..
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