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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

sábado, 19 de febrero de 2022

Viaje a la Comunidad Valenciana: Peñíscola

El viaje los días anteriores: 

Cómo llegar a Peñíscola

La excursión del día, Peñíscola, fue la única que seguía en pie porque el de la agencia de viajes me lió y me contrató los trenes para hacerlo por mi cuenta. Tampoco habría hecho falta, porque hay trenes regionales frecuentes por menos de cinco euros y se pueden pillar los billetes en el momento. 
Cuando llegué a casa me encontré con que no era tan fácil como meterse en un tren y que la estación de Peñíscola no está en Peñíscola... Sino que hay que pillar un bus que pasa solo en horas muy concretas, y que Google Maps no contempla, sino que hay que averiguar cuál es en Autos Mediterráneo.
Consejo número uno para viajar a Peñíscola: si no vas a pillar un taxi, organiza los trenes en función del bus y no al revés. Tuve que esperar casi una hora a que llegara el autobús y sin tener claro que fuera a pasar... no había nada en los alrededores, así que me dediqué a hacer pasillos de esgrima. Seguro que los cuatro que pasaron por allí en ese rato pensaron que estaba loca.
El bus, cuando llegó, me dejó en Peñíscola en media hora, más o menos y costaba 1,25€. 

Qué ver en Peñíscola

Casa de las conchas y castillo de Peñíscola
Casa de las conchas y castillo de Peñíscola
Y, por supuesto, lo primero que hice fue visitar el castillo del Papa Luna. Allí, por solo 5€, puedes echar una mañana si te descargas la audioguía y ves todos los recursos audiovisuales (que tienen el volumen un poco alto). Hablan un poco de los templarios, pero sobre todo del Papa Luna, que hizo del castillo su residencia mientras luchaba por los derechos de su papado. Un tipo fascinante con una historia increíble. Y un castillo que ha vivido muchas cosas.
Con la entrada al castillo también puedes entrar en los jardines y al Parque de Artillería, lamentablemente, esta última estaba en reformas y no se podía acceder. Así que me di una vuelta por el centro, donde hay carteles cerca de los puntos de interés: la casa de las conchas, el bufador y algunas parroquias. Aun así, antes de la hora de comer ya estaba segura de haber visto todo y fui a la oficina de Turismo para asegurarme. Me lo confirmaron.
Casco histórico de Peñíscola
Otro problema de ir a un sitio como este en temporada baja y entre semana es encontrar un sitio de comer donde no te sablen por comida de baja calidad. No hubo suerte. Mi recomendación es que te lleves un bocata y te ahorres la búsqueda y el sablazo.
Después de comer fui a la playa y al estanque, luego paseé por todo el pueblo antes de coger el bus de vuelta a la estación. Llegué con tanta antelación que me dejaron coger el tren anterior, muy majos. Y con esto doy por finalizada la crónica del viaje, porque, como ya comenté cuando hablé de Castellón, no vi nada que no hubiera visto ya.

 
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