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miércoles, 16 de octubre de 2024

Relato: Una cuestión de futuro

Un nuevo lanzamiento de dados, aquí va el vídeo enseñándolo: 

Una cuestión de futuro

No salían las cuentas. La competencia de los demás espectáculos era feroz y tenía que encontrar algo extraordinario que diferenciara el suyo. Así que Davo llegó a la conclusión de que debía explorar el mundo en busca de nuevas maravillas y emprendió un largo viaje con el dinero que le quedaba. 
Conoció todo tipo de culturas y encontró animales interesantes, pero ninguno era lo bastante especial como para mantener el interés de la gente mucho tiempo. Por eso buscó regiones incluso más remotas, a las que solo se podía llegar con un trineo.
Allí, por fin, encontró lo que andaba buscando: unos animales extraordinarios, compuestos por un orbe ocular gigantesco y dos patitas. Decidió llevarse un par, pero entonces uno de ellos le miró fijamente y Davo vio el futuro: ninguna de las criaturas sobreviviría al viaje, ni siquiera sus cuerpos llegarían enteros.
De alguna manera, Davo supo que la visión se haría realidad y por un momento maldijo su suerte, pero luego pensó que tenía una ventana al futuro y debía aprovecharlo. Vender a la gente el acceso a ese conocimiento sería muy lucrativo, y solo él sabía dónde encontrar a los Ojos. Pero otra criatura volvió a mirarle y pudo ver cómo el secreto de dónde se encontraban se expandiría rápidamente, provocando una migración masiva a la zona, su degradación y la extinción de las criaturas.
Maldijo su suerte otra vez, pero no se rindió y decidió que dejaría a las criaturas en paz, pero no sin antes abordar su propio futuro. Así, pensaba en una cosa (ir a tal sitio o a tal otro, abrir un tipo de negocio, volver a estudiar, invertir en acciones) y esperaba a que una de las criaturas le mostrara lo que sucedería. Había futuros magníficos, otros terribles, otros mediocres y otros emocionantes, y curiosamente a veces la diferencia entre uno y otro era una decisión insignificante.
Había muchos que le gustaban, pero tenía que elegir con cuidado. Por desgracia, las criaturas solo podían mostrarle los hechos, no cómo se sentiría él. Podía llegar a tener una vida magnífica pero vacía, emocionante pero agotadora, mediocre pero feliz. Así pues, aunque en principio pudiera ser un futuro prometedor (tampoco era tan tonto como para no descartar los futuros en los que acababa mal), no dejaba de ser un riesgo.
Al final, decidió echar a suertes por cuál se decantaría. Una cuestión de futuro que dependería de dónde cayera una estúpida piedrecita. Se sintió tonto, y sintió que las criaturas le juzgaban también, pero aun así lo hizo y por fin tomó su decisión. Entonces recogió sus cosas y nunca más miró atrás.
Cuando se marchó, los Ojos se sintieron aliviados. Eran simples telépatas, no veían el futuro. Solo querían que el humano se largara de ahí y les dejara en paz, así que habían jugado con su mente para conseguirlo. Se arriesgaban a que el futuro que le habían prometido no se cumpliera y volviera a por ellos, pero según pasaron los años se fueron relajando. Quizás había muerto en el regreso a casa, o quizás habían acertado después de todo. Nunca lo sabrían, pero en el fondo les daba igual.
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