Hacía mucho que quería visitar Segovia. Tenía un leve recuerdo de haber estado de pequeña, pero solo para comer cochinillo bajo el acueducto, sin ver nada en concreto. Mi otro contacto con la ciudad fue desde las alturas, con el viaje en globo. Pero ahí acabó todo. Estando como está tan cerca de Madrid, no podía dejarlo pasar más, así que, como no me apetecía conducir, contraté un tour de un día para visitar la ciudad.
Nuestra guía no era muy buena y se hacía un lío con los datos históricos (confundía los apóstoles con los evangelistas, los Borbones con los Austrias...), pero el tour que nos hizo por el centro de la ciudad nos sirvió para situarnos un poco y pillar cuatro datos básicos. Por cierto, hay muchas cuestas, así que hay que ir preparado para forzar las piernas.
Empezamos, por supuesto, en el acueducto, una gran obra de ingeniería romana bajo la cual hay una estatua de la loba capitolina alimentando a Rómulo y Remo, regalo de la ciudad de Roma. Después, fuimos subiendo por la calle principal viendo puntos importantes como la Casa de los Picos, la plaza de Medina del Campo, la antigua cárcel y la Plaza Mayor, donde está la catedral.
Luego bajamos hasta el Alcázar (la visita no estaba incluida) y luego volvimos a subir para entrar en la catedral. La verdad es que el interior no me fascinó demasiado, no solo por lo oscuro, sino porque las piezas de arte no me parecieron tan especiales como las de otras catedrales. En cualquier caso, vimos a la carrera con la guía el altar, el coro y el claustro, y luego nos despedimos del grupo para seguir por nuestra cuenta viendo las diferentes capillas.
Era demasiado pronto para comer, así que bajamos a la oficina de atención turística bajo el acueducto para que nos indicaran qué podíamos ver. Nos mandó por otra parte de la ciudad menos transitada, pero con algunos puntos de interés que conseguimos ver no gracias al mapa, que estaba muy mal hecho, sino pidiendo indicaciones.
Luego, comimos unos preñaos supuestamente típicos, que no sabían a nada y cuyos ingredientes no eran los que anunciaban. Pero en fin, trampas para turistas... Luego fuimos al alcázar para verlo por dentro y esperamos hasta la hora de la visita guiada, que recomiendo hacer. Ver el palacio sin que te cuenten lo que ves pierde mucho, y además nuestro guía lo hizo muy bien. La mayor parte está restaurado, y los muebles y techos no son los originales, porque se quemó, pero son históricos o están recreando lo que había con gran detalle. Precioso.
Finalmente, bajamos por la judería de nuevo hasta el acueducto, ya que era nuestro punto de encuentro.
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