Otro relato corto hecho con las portadas de los zapatos que ilustré (¿en qué momento se me ocurrió hacerlas de tantos colores?). De nuevo intenté alejarme del cliché de portada con zapatos - género chick lit y me he ido al género negro.
La chica de violeta
El caso era un quebradero de cabeza. Todas las víctimas eran hombres, sin ninguna relación entre sí, y habían muerto por espacio de unas pocas semanas en lugares públicos, envenenados por alguna sustancia todavía desconocida. Y lo único que tenían en común todas esas muertes era que, cerca de cada víctima, había estado la chica de violeta. De ella no sabían nada, salvo que llevaba un traje tan llamativo que nadie se fijaba en su aspecto. Los testigos la habían descrito de tantas maneras, a veces tan opuestas, que estaba claro que era una maestra del disfraz pero, si quería disfrazarse, ¿para qué llevar ese traje tan llamativo?
Al final, fueron los medios de comunicación quienes dieron con la otra conexión: todas las víctimas habían sido sospechosos de violación, pero habían salido impunes por falta de pruebas o habían tirado de contactos y dinero para enterrar el asunto. De repente, la chica de violeta se convirtió, para algunos, en algo así como una heroína, justiciera donde la justicia no podía hacer nada. Los trajes violeta se agotaron en todas las tiendas y muchos de los que encajaban con el perfil de las víctimas, paranoicos, comenzaron a pedir protección en cuanto se cruzaban con un par de mujeres vestidas con el color de moda, convencidos de que serían los próximos.
Entre tantas falsas alarmas y la moda violeta, no fue de extrañar que el grupo original de las chicas de violeta, cinco mujeres unidas por el trauma de la violación que solo querían que se hiciera justicia, tuviera desde entonces mucha más facilidad para cometer los crímenes. Ya no hacía falta, ni siquiera, vestirse con ese color tan llamativo para cometer el asesinato. Al contrario, la paranoica víctima, pendiente de cualquier mujer común vestida con el color que representaba para él una amenaza, ni siquiera prestaba atención a la verdadera asesina quien, vestida con cualquier traje discreto, le inyectaba el veneno.
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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia
Me encantó!!
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