Nuevo proyecto de Adictos a la escritura. Romántico, por supuesto, y teníamos que decidir la primera frase y el título el 14 de febrero. Ahí va el resultado:
El tatuaje
La culpa de todos sus desamores la
tenía ese horrible tatuaje: ninguna mujer quería ver esa aterradora
calavera hiperrealista que parecía mirarla y desnudarle el alma
mientras hacía el amor. Daba igual que Mateo les explicara la
historia y les asegurara que, en realidad, no había tenido nada que
ver con poner esa cosa en su cuerpo. Había sido una mala broma de un
amigo que no lo era tanto, que le había drogado para que estuviera
inconsciente mientras ponía a prueba su arte con las agujas y le
hacía la "bromita". Pero claro, la explicación, aunque
se la creyeran, no borraba la calavera ni la hacía más aceptable.
Uno no podía pretender tener una relación con una mujer pero
negarse a quitarse la camiseta en todo momento. Ellas siempre querían
que les dijera por qué, luego le pedían ver la calavera y después
no se la podían quitar de la cabeza, aunque la tapara.
Lo triste era que a Mateo le parecía
que el tatuaje era una obra de arte. De hecho, si no hubiera estado
sobre su cuerpo y no le causara tantos inconvenientes, le hubiera
gustado tener el dibujo de esa calavera y sin duda no habría tenido
inconveniente en pagar una gran cantidad de dinero por ella. Porque,
esa era otra, las obras del que fue su amigo alcanzaban en el mercado
cantidades de cinco cifras.
Así pues, se hallaba ante un dilema:
deshacerse de una obra única que le encantaba o condenar de antemano
todas sus relaciones amorosas. El dilema lo solucionó una mañana en
compañía de Olivia, su nueva compañera de trabajo. Mateo sospechó
desde el primer momento que se encontraba ante el amor de su vida y
se decidió de una vez por todas a deshacerse del tatuaje. Hasta
entonces, tendría que mantener las distancias con ella y no llegar
más allá de los besos.
Olivia se había enamorado de su
compañero de trabajo. El problema era que él se comportaba de forma
extraña. Primero parecía desearla y, cuando parecía que iban a
enrollarse en serio, se detenía bruscamente. También parecía
guardar secretos con ella y se tensaba cuando intentaba quitarle la
camiseta. Demonios, había palpado esa tableta de chocolate... ¡pero
quería verla!
Ya le había preguntado un par de veces
cuál era el problema y le había respondido con evasivas, lo cual
había activado la imaginación de Olivia. Ya había descartado que
estuviera casado o tuviera pareja (se había encargado de
comprobarlo) y tampoco podía ser una de esas personas que rehuyen el
contacto físico porque se dejaba tocar. No era religioso ni tenía
ningún prejuicio en contra del sexo antes del matrimonio, y no podía
tener problemas de impotencia (había notado en más de una ocasión
el bulto en sus pantalones). Había barajado la posibilidad de que
tuviera alguna deformidad de la que se avergonzara, pero no notaba
nada cuando le tocaba. Así que, finalmente, Olivia se convenció de
que lo que ocurría era, ni más ni menos, que ella le gustaba a
nivel intelectual, pero por alguna razón no acababa de gustarle en
el terreno físico. Y eso siguió creyendo hasta que le oyó
conversar por teléfono con una clínica y decirles que necesitaba
que le adelantaran la cita, porque era urgente.
«Oh, Dios
mío», pensó ella. «Se
está muriendo».
Mateo sabía que algo malo pasaba.
Olivia no llevaba bien que intentara retrasar lo inevitable y la
última semana se había comportado de forma cada vez más seductora.
Pero ese día se la veía triste y parecía que no encontraba
palabras para abordar un tema desagradable.
«Va a
dejarme porque no voy lo bastante rápido»,
pensó, conteniendo un ataque de pánico. Esa misma mañana había
intentado adelantar la cita con la doctora que se encargaría de
quitarle el tatuaje, pero había sido imposible y todavía tendría
que esperar hasta el mes siguiente para la primera sesión. «¿Por
qué tengo tanta mala suerte? ¿Por qué no me decidiría a quitarme
el estúpido tatuaje antes?»
—¿No
tienes nada que contarme? —preguntó
por fin Olivia, con seriedad y cierto tono de enfado.
Mateo se quedó bloqueado. Al principio
no entendió a qué se refería, pero luego cayó en que Olivia era
una chica con mucha imaginación y posiblemente su secretismo en
cuanto al tatuaje había llevado a su amada a llegar a conclusiones
extrañas sobre su persona. Suspiró con pesadez y lo confesó todo:
mejor contárselo ahora a arriesgarse a perderla por esconder la
calavera. Después de todo, aunque viera la odiosa calavera, esta no
tardaría en desaparecer. Con un poco de suerte, ella lo entendería
y tendría paciencia.
Olivia se echó a reír cuando acabó
su narración:
—¿En
serio?
—Sí,
solo te pido paciencia hasta que me lo quiten —respondió,
desconcertado. Se preguntó qué era lo que había desarrollado la
imaginación de Olivia para sonar tan aliviada. Pronto tuvo su
respuesta.
—¡Creía
que te estabas muriendo, so tonto! —Le
dio un puñetazo en el hombro y Mateo sonrió hasta que ella añadió—:
Vamos, quiero verla.
—Ah, no.
¿Acaso no me has escuchado? Si la ves, ya no podrás olvidar que
está ahí.
—No sé
con qué clase de repipis has salido hasta ahora, pero yo no voy a
dejar de sentir lo que siento por un estúpido tatuaje —dijo
Olivia. Él siguió dudando e insistió—:
¿Y qué más da, si de todas formas te lo vas a quitar?
Mateo se resignó y comenzó a
desabrocharse la camisa, luego le mostró la calavera y esperó la
acostumbrada mueca de desagrado.
—¿En
serio pretendes quitarte esa obra de arte? ¡Pero si es una
maravilla! —exclamó
ella, tocando con reverencia el tatuaje. Y entonces la sospecha de
Mateo se confirmó: era la mujer de su vida.
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Todas las historias y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
Me has llevado hasta el final en un suspiro, pensé que le darias un giro pero me ha gustado el final que le has dado. La narración fabulosa, me ha gustado. Un abrazo.
ResponderEliminarXD Como siempre doy giros extraños, esta vez quería sorprender precisamente porque no había giro.
EliminarJajaja, me encanta. Con esa narración sencilla y envolvente, tan entretenida que es imposible dejar de leer. Un besazo
ResponderEliminarMuy interesante y entretenido, muy bien que al final no tuviera que quitárselo, felicidades :)
ResponderEliminarMe ha encantado. Me lo he leído de un tirón y casi riéndome desde el principio.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario en mi blog :)
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