De nuevo tocó lanzar los dados para hacer un relato corto, podéis verme hacerlo en este vídeo:
Todo ventajas
Ecop sacó las dos pastillas mágicas,
le tendió una al pilluelo al que había contratado y ambos se las
tragaron al unísono. De inmediato, la magia hizo su efecto e
intercambiaron sus apariencias. Observó salir a su viva imagen del
local y a Kadok, el espía que llevaba observándole días con su
catalejo, abandonar su escondite para ir tras él.
Cuando ya estuvieron lo suficientemente lejos, Ecop, todavía con la apariencia del pilluelo, salió también y corrió en dirección a las torres de hechicería, donde no le fue difícil colarse y entregar su mercancía: un saco repleto de pastillas. Estas no mutaban la apariencia, sino que incrementaban la concentración. Por supuesto, cuando empezó a comercializarlas se aseguró de añadirles un componente adictivo y, aunque el Gremio las había prohibido, eran muchos los magos que estaban dispuestos a pagar lo que fuera por seguir consumiéndolas. Ahora, por culpa de ese odioso Kadok, el Gremio sospechaba que él era el proveedor, así que le habían prohibido acercarse a las torres y le habían asignado al espía la tarea de vigilarle a todas horas con su catalejo.
Cuando ya estuvieron lo suficientemente lejos, Ecop, todavía con la apariencia del pilluelo, salió también y corrió en dirección a las torres de hechicería, donde no le fue difícil colarse y entregar su mercancía: un saco repleto de pastillas. Estas no mutaban la apariencia, sino que incrementaban la concentración. Por supuesto, cuando empezó a comercializarlas se aseguró de añadirles un componente adictivo y, aunque el Gremio las había prohibido, eran muchos los magos que estaban dispuestos a pagar lo que fuera por seguir consumiéndolas. Ahora, por culpa de ese odioso Kadok, el Gremio sospechaba que él era el proveedor, así que le habían prohibido acercarse a las torres y le habían asignado al espía la tarea de vigilarle a todas horas con su catalejo.
«Pero le he
vuelto a burlar», se sonrió, y se dispuso
a salir de las torres para volver a casa.
Kadok le esperaba en la entrada
principal, junto con cuatro miembros de la guardia.
—No eres el único que usa píldoras
de transformación —dijo.
Ecop aprovechó su distracción para
tragarse dos pastillas más: una para volverse diminuto y otra para
multiplicar su rapidez. Gracias a ello, logró escapar y, aunque se
acababa de convertir en un fugitivo, no se sintió en absoluto
preocupado. Tenía contactos en los bajos fondos y le proporcionarían
todo lo necesario para seguir en el negocio... por una generosa
comisión. Sin embargo, casi se gastaba el mismo dinero en ocultar su
laboratorio a Kadok y en esquivarle, así que, en el fondo, la nueva
situación eran todo ventajas.
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