Último relato breve hecho con las palabras de Vuestras consignas, mi relato. Tocaban chistera, abrecartas, engendro y chistera, y esto es lo que ha salido:
La programación
La había tocado quedarse con los niños, pero tenía mucho trabajo, así que les puso dibujos animados y se fue a su despacho, pero la bombilla se fundió y no había otra de recambio. Así pues, se sentó en la mesa del salón, donde estaban sus hijos, e intentó centrarse en la correspondencia que debía poner al día y no en los cargantes dibujos.
Pero era imposible concentrarse. Cualquiera diría que en un canal infantil habría contenidos educativos, pero no. Se encontraba con que sus hijos veían un despropósito tras otro, tanto que le daban ganas de encontrar al que hacía la programación y clavarle el abrecartas que tenía en la mano. Cuando el engendro verde se sacó de la chistera un conejo para impresionar a los ingenuos habitantes de una secuoya gigante y ganarse su confianza, no pudo soportarlo más: puede que tuviera mucho por hacer, pero sus niños no iban a perder más neuronas viendo esa estupidez ni un minuto más. Así pues, apagó la tele y se los llevó al parque.
El hada que había creado esa horrible programación alternativa sonrió. Hacía poco, los niños habían tirado una moneda a su pozo de los deseos pidiendo que su padre les hiciera más caso y, esta vez, había resultado un trabajo sencillo. Solo había tenido que fundir una bombilla y cambiar las ondas que llegaban a la televisión por algunos sueños surrealistas.
Pero era imposible concentrarse. Cualquiera diría que en un canal infantil habría contenidos educativos, pero no. Se encontraba con que sus hijos veían un despropósito tras otro, tanto que le daban ganas de encontrar al que hacía la programación y clavarle el abrecartas que tenía en la mano. Cuando el engendro verde se sacó de la chistera un conejo para impresionar a los ingenuos habitantes de una secuoya gigante y ganarse su confianza, no pudo soportarlo más: puede que tuviera mucho por hacer, pero sus niños no iban a perder más neuronas viendo esa estupidez ni un minuto más. Así pues, apagó la tele y se los llevó al parque.
El hada que había creado esa horrible programación alternativa sonrió. Hacía poco, los niños habían tirado una moneda a su pozo de los deseos pidiendo que su padre les hiciera más caso y, esta vez, había resultado un trabajo sencillo. Solo había tenido que fundir una bombilla y cambiar las ondas que llegaban a la televisión por algunos sueños surrealistas.
--------------------------------------------------------------------------------
¡Ay Dios! Como padres cometemos ese error por los afanes del día a día, las tareas por hacer se multiplican y el tiempo se resta...
ResponderEliminarOjalá hubiera muchas hadas como las del relato ^^
Eliminar