Para el relato corto de hoy la consigna era escribir algo de género space opera que hablara sobre una travesía por varios planetas.
Turistas espaciales
—Has perdido la cabeza —le dijeron sus amigos a Ftrig cuando les mostró la nave crucero y el equipamiento en el que había gastado todos sus ahorros.
—Que no, he estudiado a los humanos en detalle. Están locos. Ya antes de que consiguieran salir de su sistema lo hacían. Recorrían su planeta compulsivamente por el mero placer de viajar, sin más objetivo que conocer otros lugares. Lo llamaban turismo, de hecho, lo siguien haciendo dentro del sistema que controlan —explicó Ftrig—. Es más, ya he oído de más de uno que viaja de planeta en planeta sin bienes con los que comerciar, solo porque quieren conocer otros modos de vivir...
—¿Para qué querrían hacer tal cosa? Ya hay documentación más que sobrada sobre el tema y puedes vivir esas experiencias con una mera conexión neuronal y cualquier inteligencia artificial básica —puso voz al desconcierto de todos Fgrog.
—Creen que es mejor si lo experimentan de primera mano —se encogió de hombros Ftrig, y luego volvió a la carga para conseguir el objetivo de su invitación—. El caso es que ya lo tengo todo pensado: una travesía de tres años que cubrirá todo tipo de hábitats y culturas alienígenas: desde planetas helados hasta planetas acuáticos o desérticos. Por eso todos estos equipos: permitirán a los humanos sobrevivir en esas condiciones extremas mientras hacen las excursiones. Ya tengo hasta los permisos para hacer las escalas y los itinerarios dentro de cada planeta. Solo me falta una tripulación interplanetaria que atienda las necesidades de los humanos y les haga de guía en sus lugares natales y un par de miles de créditos para promocionar la actividad entre las redes humanas. ¿Qué me decís, os convertís en inversores?
—Ni hablar —dijeron todos al unísono.
No pudieron sino arrepentirse de su negativa. Ftrig siguió adelante con su proyecto a pesar de pedir dinero a gente poco recomendable que le esclavizaría el resto de su vida si todo salía mal y no podía devolverlo, pero no le dio tiempo ni a preocuparse por la devolución de la deuda. Pudo hacerlo, además de recuperar todo lo invertido, nada más anunciar sus viajes. En apenas unos días, recibió tantas reservas que ocupó todo el aforo de la primera travesía del crucero y tuvo que poner en lista de espera a otro grupo que llenaría otra nave entera.
Acrecentó su fama, y los deseos de participar en sus viajes, que los afortunados humanos que estaban en la primera travesía hablaran maravillas en sus redes de la luna helada de Kux, las excursiones por los volcanes de Sef, el buceo por la ciudad de Sono o los bellos peligros de los bosques Aldaos. Para cuando acabó la primera travesía, ya tenía tantas reservas que
había podido permitirse adquirir otras dos naves crucero, con su correspondiente
equipación, para mandar a un grupo por año.
La empresa de turismo interplanetario de Ftrig pronto se convirtió en referente y, aunque intentaron imitarle, él siempre estuvo a la vanguardia. Para sorpresa de todos, no solo se corrió la voz entre los humanos: los miembros de la tripulación disfrutaban de algunas de las excursiones y hablaban tan bien de ellas que Ftrig amplió su oferta para hacer viajes adaptados a las características de esas especies. Pronto, la galaxia se llenó de turistas y el propio Ftrig, tras acompañar a los viajeros en uno de sus cruceros, tuvo que reconocer que los humanos no estaban tan locos como había pensado cuando vio en su idea una forma de hacer dinero fácil a costa de ellos. Después de disfrutar de la experiencia de primera mano, solo podía afirmar que tenían toda la razón: una mera conexión neuronal con una inteligencia artificial básica no era, ni de lejos, lo mismo que vivirlo en persona.
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