Este es el relato corto que hice con las palabras que me dieron Valeria (viaje), Inés (tiquismiquis), Ainnita (escarcha) y Dama (esfera). Me apetecía cambiar de género, así que lo hice de ciencia ficción.
Con la misma moneda
Kara-de estaba harta del viaje por el planeta helado, de la tiquismiquis de su compañera Ion-da y de tener que quitar la escarcha de la lona protectora del aerodeslizador cada día para poder continuar esa estúpida investigación en un paraje cada vez más frío y monótono.
Aun así, aguantó con estoicismo hasta que ella se equivocó de billete y entregó el equivalente a más de la mitad de los créditos interestelares que les quedaban de presupuesto. Y todo para comprar unas ridículas esferas decorativas que, según le dijo la primitiva líder del poblado con que se habían topado, daban suerte.
Cuando Ion-da se las enseñó, a la hora de la cena, y se dieron cuenta de la que había liado, la ira de Kara-de surgió como un volcán: le lanzó uno de los objetos a la cabeza y la dejó inconsciente. Con su enfado a flor de piel, ni siquiera consideró la posibilidad de ayudarla o reanimarla: la dejó a la intemperie y se metió dentro de su tienda, con la idea de no salir hasta que muriera congelada.
Para su desgracia, los protectores del traje de Ion-da eran de lo mejorcito: el módulo de sanación la despertó y, cuando vio lo que había hecho su compañera, decidió pagarle con la misma moneda. Así pues, atrancó la puerta del refugio provisional, apagó la calefacción y se metió en el aerodeslizador, desde donde observó, calentita, los esfuerzos de la asesina frustrada por salir de la que se convertiría en su tumba.
-No comprendo qué pudo motivarla a salir y alejarse tanto del refugio. Yo estaba dormida, ni me enteré de que se había ido hasta que la encontré esta mañana gracias al localizador -dijo horas después, cuando se puso en contacto con la base para "pedir orientación frente al imprevisto".
Fingió dudar cuando le propusieron que continuara con la investigación sola mientras, internamente, sonreía y toqueteaba la esfera con que la había golpeado Kara-de. Al final, sí le habían traído suerte.
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