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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

martes, 9 de noviembre de 2021

Relato: Un secuestro fallido

Voy a seguir mezclando consignas del reto y esta vez serán "Haz una historia sobre una llamada que sale muy mal" y "Escribe un relato que contenga las palabras montaña, nieve, payaso, almacén y soledad"

 Un secuestro fallido

Alexis sabía que Joel Jiménez, el multimillonario, había llenado de dinero y joyas su caja fuerte. Y sabía que su enamoradísima esposa, Natalia, una mujer histérica y un poco corta, tenía acceso a dicha caja. Cuando se aseguró de todo eso, ideó un plan perfecto.
Investigó al millonario y encontró una brecha en las medidas de su equipo de seguridad todos los miércoles, cuando acudía a un apartamento del centro de la ciudad y pasaba allí un par de horas. Así pues, esperó en el portal del edificio, con una máscara de payaso, a que Joel entrara, le noqueó y, cuando se aseguró de que sus guardaespaldas estaban distraídos, le metió en un todoterreno y condujo rumbo a la montaña. Allí, al final de un camino mal asfaltado donde no se internaba nadie, y menos cuando ya había pasado la temporada de nieve, tenía una casita.
Encerró al millonario en el almacén; todavía estaba inconsciente, pero, aunque se despertara y se pusiera a gritar, no había nadie que pudiera auxiliarle en la soledad de aquel terreno. Al menos, no hasta que él recibiera el dinero y, ya lejos del país, indicara su localización.
Saboreando su cercano futuro en Figi, se acomodó en el salón y llamó a la esposa, amenazando con matar a su marido si no vaciaba la caja fuerte y dejaba el contenido en el lugar especificado. Fue entonces cuando todo se torció.
-Ahórratelo, puedes matarle ya mismo. Le has pillado cuando iba a visitar a esa zorra, ¿verdad? Le está bien empleado -dijo Natalia, empoderada. De pronto pareció olvidarse de que el secuestrador seguía al otro lado de la línea-.  ¿Querías que la idiota de tu mujer fuera una cornuda, Joel? Pues te jodes, la cornuda te deja a merced de ese gilipollas y se queda con todo tu dinero para empezar una nueva vida y encontrar a alguien que la quiera de verdad.
De todas las posibles respuestas de ella, esa era la más inesperada. Pero esa mujer había amado a su esposo con vehemencia, en el fondo no era de extrañar que, al enterarse de su traición, le odiara con la misma vehemencia.
-Muy bien, señora -improvisó Alexis-. En ese caso, tendrá que darme todo lo que hay en esa caja fuerte...  o le contaré a su marido lo que acaba de decirme.
-Pues nada, dígaselo, ¿eh? ¿A quién va a creer, a su amantísima esposa, o al gilipollas que le ha secuestrado? Le diré que no negocio con secuestradores y punto -respondió ella, con desparpajo-. Pero mire, si le mata, a lo mejor le doy un pellizco.
Alexis colgó el teléfono. No sabía si la mujer bromeaba o no, pero no se veía capaz de matar a nadie. Nunca había tenido intención de llegar a esos extremos. Así pues, se puso de nuevo la máscara de payaso, entró al almacén, volvió a noquear a Joel y se dirigió de vuelta a la ciudad, donde le dejó tendido en un aparcamiento poco frecuentado de noche. Dejó una nota a su lado, sin embargo, que decía: "Los cuernos se los pones a tu puta madre".
-Eso te pasa por llamarme gilipollas y por joderme mi futuro pegándome la buena vida en Figi -susurró, mientras se volvía a meter en su todoterreno y comenzaba a conducir de vuelta a su montaña.  

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