Ya había estado antes en Salamanca, pero nunca en modo turista. Había visto muchas cosas, pero sin ninguna clase de contexto. Me propuse cambiar eso y organicé un plan para ver lo máximo posible en solo dos días. ¡Hay que estar atento a los horarios para optimizar! La visita fue muy intensa y cundió un montón, no paré un segundo.
Día 1: tours, Escuelas Mayores y convento de San Esteban
Para el primer día lo primero que hice fue poner dos tours. El primero, casi nada más bajarme el tren, era un tour por los clásicos de Salamanca: plaza Mayor, casa de las conchas, clerecía, algún palacio, las Escuelas Mayores y las Escuelas Menores de la universidad y las catedrales. La guía la hacía muy bien y nos metió en todos los sitios donde podíamos entrar de forma gratuita, algunos desconocidos como El cielo de Salamanca en las Escuelas Menores. Además nos dio algunos vales y una herradura de la suerte al finalizar.
El tour de leyendas era a eso de las siete de la tarde, y además me habían dicho que las Escuelas Mayores de la Universidad abrían gratuitamente los lunes por la tarde, así que nada más abrir ya estaba yo en la puerta para verlas.
Es una auténtica maravilla, aparte de que conserva las aulas casi tal y como estaban, tiene muchísimos puntos de interés y es historia viva.
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Fachadas de las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca y del convento de San Esteban |
Todavía tenía mucho tiempo hasta el tour, así que me fui al convento de San Esteban, ya que no me daba tiempo a ir a la catedral. Ese convento también es una auténtica maravilla y la iglesia es increíble. No se menciona entre los imprescindibles, pero hazme caso: lo es.
Después seguía teniendo algo de tiempo, así que fui a un par de puntos gratuitos que nos habían dado en un flyer: un museo de filigrana y trajes tradicionales que era una sola sala, pero que no dejaba de ser interesante, una cata de productos y una tienda donde podías coger un detalle.
El tour de leyendas estuvo genial. La guía era una gran narradora y nos llevaron por sitios un poco distintos de los de los tours tradicionales, como la cueva de Salamanca o algunas casas con leyendas asociadas, el huerto de Calisto y Melibea. Acababa justo a la hora de cenar y ya no había nada abierto, así que di por finalizada la jornada.
Día 2: Clerecía, Casa Lis, Catedrales, convento de las Dueñas y Palacio de las Salinas
Aquí tuve que hacer malabares con los horarios. La Clerecía tiene subida a las torres gratis el martes por la mañana, así que hice la visita guiada y luego subí. Merecen la pena ambas cosas, es un edificio muy interesante que sigue en uso con la universidad privada.
Después fui a Casa Lis, un edificio modernista que tiene un museo de art decó y todo tipo de piezas (desde juguetes hasta cerámicas) de la época. Solo por entrar al edificio merece la pena, porque es precioso por dentro. Además, tiene piezas interesantes y la cartelería proporciona bastante información.
La siguiente parada fueron las Catedrales. Aquí hay dos entradas: la de las torres y la de las catedrales en sí.
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Catedral desde el huerto de Calisto y Melibea, Torres de la Clerecía desde el patio de la Casa de las Conchas y Claustro del convento de las Dueñas |
Lo primero que hice fue subir a las torres de las Catedrales, porque amenazaba lluvia. Normalmente, no suelo pagar por subirme a una torre, y menos cuando ya me había subido a una esa misma mañana, pero me habían insistido mucho en que merecía la pena y es cierto. No es una subida y ya, se trata de un recorrido en el que pasas por las zonas altas de ambas catedrales y puedes pasear por el tejado. Me gustó mucho.
Después, pagué la entrada a las Catedrales. La visita se hace con audioguía y esta me pareció muy completa, ya que va capilla por capilla. Empieza en la Catedral Nueva (espectacular) y continúa por la Catedral Vieja (que no carece de encanto, con su estilo medieval) y su claustro.
La entrada también incluye el Palacio Episcopal, que tiene un museo muy curioso con obras diversas, desde el medievo hasta nuestros días.
Acabada la visita, me fui al Convento de las Dueñas, que abre una hora por las tardes y que tiene un pequeño museo, aunque la principal atracción son los espectaculares capiteles de su claustro, cada uno con un motivo distinto y todos muy trabajados.
Aquí ya me quedaba sin tiempo antes de ir al tren, pero todavía tuve tiempo para una visita rápida más al patio del Palacio de la Salina. Había una exposición, pero estaba cerrada, así que ya di por finalizada la visita a Salamanca y volví a casa.
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