La salida extraescolar
En otros colegios, se llevaba a los niños a grandes museos repletos de dinosaurios, cascos de vikingos, experimentos científicos chulísimos o grandes obras de arte. En el de sus hijos, había una única salida extraescolar al año, en la que se llevaba a los niños o bien a la fábrica de abonos y fertilizantes o bien a la de recambios para el coche. Ya eran aburridas de por sí, pero que se repitiera lo mismo cada dos años no podía ser menos motivador para sus hijos, que casi preferían ir a dar clase normalmente.
Así pues, se puso pesada, recogió firmas y movilizó a todo el mundo para conseguir una excursión diferente a la ciudad. Y lo logró con una única condición: que fuera ella quien se encargara de todo.
No le pareció tan complicado, solo tenía que buscar un autobús económico y acordar un par de visitas por museos y la comida en algún restaurante, así que aceptó. Y nada más hacerlo comenzaron los problemas: que si las circulares con las autorizaciones; que si buscar voluntarios que vigilaran a los niños, ya que los profesores no querían hacerse responsables; que si encontrar un lugar para comer donde cupieran todos, hubiera comida nutritiva y no les cobraran un pastizal; que si negociar con el Museo de Historia y con el de Ciencias Naturales una fecha apropiada...
Pudo con todo, por supuesto, y la excursión fue un éxito, pero cuando los otros padres le lanzaron la indirecta de que fuera pensando en la del año siguiente, respondió:
-Mejor les llevamos a la fábrica de abonos, o a la de recambios. Para que entiendan cómo funciona la economía local.
Así pues, se puso pesada, recogió firmas y movilizó a todo el mundo para conseguir una excursión diferente a la ciudad. Y lo logró con una única condición: que fuera ella quien se encargara de todo.
No le pareció tan complicado, solo tenía que buscar un autobús económico y acordar un par de visitas por museos y la comida en algún restaurante, así que aceptó. Y nada más hacerlo comenzaron los problemas: que si las circulares con las autorizaciones; que si buscar voluntarios que vigilaran a los niños, ya que los profesores no querían hacerse responsables; que si encontrar un lugar para comer donde cupieran todos, hubiera comida nutritiva y no les cobraran un pastizal; que si negociar con el Museo de Historia y con el de Ciencias Naturales una fecha apropiada...
Pudo con todo, por supuesto, y la excursión fue un éxito, pero cuando los otros padres le lanzaron la indirecta de que fuera pensando en la del año siguiente, respondió:
-Mejor les llevamos a la fábrica de abonos, o a la de recambios. Para que entiendan cómo funciona la economía local.
Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
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